Vigilia Pascual

1ª LECTURA Y SALMO.

Lectura del libro del Génesis (Versión breve: 1, 1. 26-31ª)
Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza;
que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales
domésticos, los reptiles de la tierra.” Y creó Dios al hombre a su
imagen; a imagen de Dios lo creo; hombre y mujer los creó. Y los
bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y
sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los
vivientes que se mueven sobre la tierra.” Y dijo Dios: “Mirad, os
entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de
la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os
servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las
aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que
respira, la hierba verde les servirá de alimento. Y así fue. Y vio
Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

 

SALMO RESPONSORIAL I
La misericordia del Señor llena la tierra
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

2ª LECTURA Y SALMO.

Lectura del libro del Éxodo (14, 15-15, 1)
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues
clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y
tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para
que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo
voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan,
y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de
sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el
Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de
sus carros y de sus guerreros.”
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del
ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de
nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose
entre el campamento de los egipcios y el campamento de los
israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin
que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su
mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche
un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las
aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto,
mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda.
Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos,
en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con
sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento
egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en
el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo
avanzar pesadamente.
Y dijo Egipto: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su
favor contra Egipto.”
Dijo el Señor a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan
las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.” Y extendió
Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su
curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y
el Señor derribó a los egipcios en medio del mar.Triduo Pascual
Vigilia Pascual
Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el
ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo
se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio
del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel
vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano
grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió
al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces
Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor.

 

SALMO RESPONSORIAL II.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria.
Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R.
El Señor es un guerrero, su nombre es “Yahvé”.
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R.
Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R.
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás. R.

 

3ª LECTURA Y SALMO.

Lectura del profeta Isaías (55, 1-11)
Así dice el Señor: “Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también
los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar
vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no
alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme
atentos, y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con
vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David: a él
lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de
naciones; Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que
no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu Dios, por el Santo
de Israel, que te honra.
Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras
esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus
planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios,
que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como
el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que
los vuestros, mis planes, que vuestros planes. Como bajan la
lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de
empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que de
semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que
sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.”

 

SALMO RESPONSORIAL III.
Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.” R.

 

4ª LECTURA Y SALMO.

Lectura del profeta Ezequiel (36, 16-28)
Me vino esta palabra del Señor: “Hijo de Adán, cuando la casa de
Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus
acciones; como sangre inmunda fue su proceder ante mí.
Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían
derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías.
Los esparcí entre las naciones, anduvieron dispersos por los
países; según su proceder, según sus acciones los sentencié.
Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron mi
santo nombre; decían de ellos: “Éstos son el pueblo del Señor, de
su tierra han salido. “Sentí lástima de mi santo nombre,
profanado por la casa de Israel en las naciones a las que se fue.
Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: “No lo hago por
vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por
vosotros, en las naciones a las que habéis ido. Mostraré la
santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que
vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los
gentiles que yo soy el Señor -oráculo del Señor-, cuando les haga
ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones,
os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra.
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de
todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os
daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis
según mis preceptos, que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y
habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis
mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.”

 

SALMO RESPONSORIAL IV.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso;
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R.

 

5ª LECTURA. EPÍSTOLA

Lectura de la carta a los Romanos (6, 3-11)
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo
fuimos incorporados a su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que,
así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como
la suya, lo estará también en una resurrección como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada
con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de
pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el
que muere ha quedado absuelto del pecado.
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también
viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado
de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene
dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una
vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús.

 

SALMO RESPONSORIAL A LA EPÍSTOLA
(Hace la veces del “Aleluya”)
Aleluya, aleluya, aleluya.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

 

EVANGELIO. Ciclo C. Lucas (24, 1-12)
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro
llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra
del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos
hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo,
y ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No
está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en
Galilea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de
pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar.” Recordaron sus
palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los
demás. María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus
compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio
y no las creyeron. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro.
Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de
lo sucedido.

 

HOMILÍA
Esta es sin duda la homilía más difícil del todo el año, pues debe
servirnos para ayudar a contemplar el misterio central de nuestra fe, aquel
sin el cual todo aquello por lo que vivimos y luchamos carecería de sentido.
No es fácil anunciar al mundo que el bien vence al mal, el perdón al pecado
y la vida a la muerte en medio de una realidad en la que todo lo negativo
parece tan evidente. No es fácil abrir los ojos del corazón para ver más allá
de lo aparente sin caer en una especie de infantilismo inmaduro que
resultará contraproducente si no presentamos este acontecimiento histórico
y esta experiencia espiritual de la forma apropiada.
Pero si esta noche no hablamos de la resurrección estaríamos
traicionando el Evangelio y privando a la humanidad del anuncio central
que atraviesa el tiempo y la historia, inoculando en lo más profundo de la
creación una semilla de esperanza. Ciertamente para los creyentes, Cristo
vive. Tenemos plena conciencia de no seguir a un hombre bueno cuya vida
acabó en el sepulcro. Sabemos que lo que nos da vida no es sólo su mensaje,
por muy atractivo, verdadero o luminoso que pueda ser (que lo es), sino su
propia persona. No nos relacionamos con la memoria de un difunto, sino con
un Ser al que sentimos activo y presente en lo más íntimo de nuestro corazón.
Ahora bien, ¿Cómo seremos capaces de transmitir al mundo esta
profunda convicción? ¿Qué palabras podemos usar para iluminar la
oscuridad que supone vivir sin fe o para desenmascarar las luces artificiales
del mundo, de manera que la humanidad se deje seducir por la luz natural
de una creación que camina hacia su plenitud? ¿Cómo hablar de Cristo vivo
sin dar a entender que no es más que un amigo imaginario inventado por
nosotros mismos para hacernos llevadera la realidad de una existencia
abocada al exterminio, al vacío o a la nada? Este es el gran reto al que los
creyentes nos enfrentamos esta noche: no sólo experimentar la resurrección
de Cristo en nuestras vidas y en nuestro mundo, sino también saber
transmitir esta experiencia sin caer en ideologías o simplicidades inmaduras
que más que causar fe, provocan desapego a lo religioso.
Ante todo, la resurrección del Señor es el anuncio central de la fe, aquello
que forma parte de lo que denominamos el “kerigma”, que es como un
resumen del mensaje fundamental de la salvación. Pero el anuncio del
kerigma no es una ideología; tampoco es una convicción a la que se llega por
el intelecto, sino una experiencia totalizante que afecta a todas las
dimensiones de nuestro ser; a saber: la razón (el entendimiento), el corazón
(emociones, sentimientos e intuiciones) y la voluntad. Esta experiencia es
integral y no se puede tener de forma desordenada, sino armónica,
vinculando estas tres dimensiones de lo humano.
Sin esta experiencia de encuentro con Jesús resucitado es imposible ser
creíbles, porque la resurrección no es sólo una convicción dogmática, sino
sobre todo una experiencia de encuentro, en lo más profundo de nuestra
conciencia, con una persona: Dios hecho hombre que nos lega su Espíritu
para entrar en comunión con él y a través de él con toda la creación,
especialmente con nuestros semejantes. Tampoco puede reducirse a un
mero sentimiento o intuición irracional, pues necesita, cuanto menos, ser
compatible con nuestro limitado entendimiento para no caer en la pseudo
ciencia o el histrionismo intelectual. Y mucho menos puede ser una
convicción a la que se llega a fuerza de voluntad, pues sólo es alcanzable en
cuanto gracia inesperada que un día nos asalta en el momento más
inesperado, prendido en tantas experiencias vitales que desencadenan esta
catarata inexplicable de amor, perdón, alegría y esperanza.
Hoy puede ser una buena noche para preguntarnos con sinceridad:
¿Creo realmente que Cristo vive? ¿Cómo es mi relación con Cristo
resucitado? ¿Cómo ha sido mi encuentro con él? ¿De qué manera lo trasmito
a aquellos que todavía no han tenido esta experiencia? Es importante
responder a estas preguntas porque casi siempre solemos relacionarnos
espiritualmente con el Jesús de la historia, pero muy poco con le Cristo de
la fe. Es decir, a la hora de entrar en comunicación con Dios, el camino más
accesible es el que él mismo nos ofrece a través de su Palabra encarnada:
Jesucristo. Leemos los evangelios que hablan de él y nos dejamos llevar por
la Tradición de la Iglesia. Somos, sus discípulos del siglo XXI y eso no está
mal; pero esta relación de seguimiento queda coja si se limita a una relación
pre-pascual, es decir, si se circunscribe al Cristo antes del calvario.
Para tener una relación plena con Cristo, que incluya la experiencia
de la resurrección, toda la vida y enseñanza de Jesús ha de ser interpretada
desde su resurrección. No tiene sentido seguir a Jesús si toda su vida
termina en la tumba. Como acto de voluntad puede ser muy hermoso e
incluso puede dar sentido a muchas personas; sin duda puede ayudar
también a hacer la vida algo más llevadera. Pero el cristianismo no predica
un existencialismo se supervivencia. El creyente en Cristo vivo no se arrastra
por este “valle de lágrimas” ni se limita a sobrevivir, sino que busca una vida
en abundancia, un anticipo aquí y ahora de la dicha eterna que sólo emana
de un amor capaz de sacrificarse hasta el extremo, encontrando en esta
actitud vital una alegría que nada ni nadie puede dar en este mundo.
Es esta una tarea tan complicada que tenemos cincuenta días por
delante para tratar de profundiza en ella. Así, si para preparar la pasión y
muerte tuvimos cuarenta días de ayuno, penitencio y oración, tenemos diez
días más para saborear la belleza, verdad y bondad de la vida redimida por
Cristo. En este tiempo exploraremos la experiencia de las apariciones en su
variedad y riqueza catequética; veremos cómo no pocos discípulos tuvieron
las mismas o más dificultades que tenemos nosotros para creer; veremos
qué importante es buscar esta experiencia de vida siempre en comunidad y
nunca de forma individualista o aislada; también caeremos en la cuenta de
que para encontrarse con el Cristo de la fe o el Señor resucitado, es
indispensable previamente hacerse discípulo del Jesús de la historia. Es
decir, no se puede llegar a experimentar a Cristo vivo si antes no se ha
aprendido a caminar tras él como el amigo. Sólo esta inmersión en su
humanidad nos puede llevar a una experiencia mística que casi toca el cielo
sin caer en el iluminismo, el pietismo, en actitudes grotescas o en una
religiosidad de brocha gorda.
Hoy toca dejar la puerta abierta, volver sobre nuestros pasos después
de la negación o el abandono que hicimos del amigo. No importa si le
buscamos como un muerto, porque lo importe en la fe no es nuestra
búsqueda, sino el encuentro que él provoca con quien le busca, aunque sea
muerto.
Dejémonos asombrar por las huellas o pistas que el paso de Dios ha
dejado en nuestro mundo finito. Porque este mundo limitado por el espacio
y el tiempo ha sido atravesado por la eternidad del amor creador de Dios,
penetrándolo incluso hasta la muerte y el infierno para que ningún tiempo
ni espacio esté vacío, sino impregnado de su presencia. Abramos bien los
ojos, como lo hacen los niños, para dejarnos sorprender por Dios.
Recuperemos la inocencia original para creer más allá de lo que nuestros
sentidos son capaces de percibir. Sólo así descubriremos como María
Magdalena la voz que nos llama por nuestro nombre, el amigo que se hace
compañero de camino hasta Emaús, el cuerpo llagado que Tomás necesita
tocar para creer o la figura misteriosa que nos espera a la orilla
preparándonos el desayuno tras una noche de duro trabajo… y en todo ello,
descubriremos cómo este mundo es un inmenso Tabor en el que descubrir,
transfigurado, la presencia consoladora de Dios con nosotros, en la vida y
en la muerte para llevarnos hasta la eternidad.

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